Uno de los mitos más extendidos acerca de las emociones, es la existencia de emociones positivas y negativas. Todas las emociones son necesarias para el correcto desarrollo de la persona, pero es importante saber gestionarlas. Sí, gestionarlas, y no controlarlas.

El primer paso para la gestión emocional, es poner nombre a lo que sentimos. Muchas veces, no somos capaces de detectar correctamente la emoción. Para ello, un buen recurso es la rueda de las emociones.

Siempre hay una razón por la que sentimos esa emoción. Una vez sepamos identificar la emoción, es importante entender qué la origino; la situación y el pensamiento consiguiente al hecho.La interpretación o evaluación de la situación, será la causante de la emoción que sintamos.

También será importante analizar como sentimos la emoción:en qué parte del cuerpo la sentimos, qué cambios nos ha generado…

En muchas situaciones, lo problemático no es lo que sentimos, si no qué hacemos con lo que sentimos.Observa qué es lo que has hecho tras la emoción, y qué es lo que te gustaría haber hecho.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer para cambiar esta emoción?

Normalmente, en lugar de cambiar directamente la emoción, será más sencillo cambiar la situación generadora de la emoción, o la interpretación a la situación

Si podemos hacer algo para cambiar la situación lo intentamos. Si no se puede cambiar nada, intentaremos cambiar la interpretación a la situación. ¿De qué otra manera puedo pensar en este momento? ¿Qué pensamiento alternativo existe?

Si no podemos cambiar ninguna de estas dos cosas, pasaremos a la aceptación de la emoción y a la acumulación de emociones deseadas. Aceptar y observar la emoción, es darle su espacio para poder sentirla

La emoción que sientes no define tu conducta, ni te define como persona.